Silva de varia lección
Cap. XXIII
Del admirable nadar de un hombre, de do parece que
tuvo origen la fábula, que el pueblo cuenta, del pece Nicolao.
Tráense otras
algunas historias de grandes nadadores, y cómo solía, en tiempo antiguo, ser
estimada esta habilidad
Peze Colan
Muchos sabios
aconsejari, que no cuente hombre la cosas de amiracion: porque per la mayor
parte se duda de la verdad de ellas: pero quando de lo que se dize se dan
testigos de autoridad, sin peligro puede un hombre dezir lo que ellos
cuentan.
Por lo qual
aunque parece cosa admirable lo que agora quiero contar, en la fè de los
buenos Autores se selvarà mi atrevimiento.
Desde que me se acordar, siempre ohi contar à viejas, no sè que cuentos y
consejas de un pece Nicolao, que era hombre, y andaba en la mar: y del
dezian otras cosas muchas en este proposito, lo qual siempre lo juzguè por
mentira, y fabula, como otras muchas que assi se cuentan, hasta que despues
leyendo muchos libros, halle por ellos muchas cosas maravillosas escritas,
que si yo las oyera à hombres de poca autoridad, las tuviera por vanitad, y
mentira: y eu el casi presente he creido, que esta fabula que dizen del pece
Nicolao, trae su origen, y se levanto de lo el scirven dos
hombres de mucha doctrina, y verdad: el uno es Jovine Pontano, varon
doctissimo en letras de Humanidad, y singular Poeta, y Orador, segun sus
libros lo testifican: y el otro Alexandro de Alexandro, excelente
Iurisconsulto, y muy docto tambien en humanas letras, el qual hizo un libro
llamado, Dias geniales, que contiene muy grandes antiguedades, donde
dize lo que dir.
Estos dos pues escriven que en su tiempo en Catania en el Reyno de Sicilia
avia un hombre, à quien, por lo que se dirà, llamaban todos el
peze Colan;
el qual hombre desde muy niño tuvo tanta inclinaciona a andar en la
mar nadando, que noches y dias, y en todos tiempos no era su descanço otra
cosa, y vino el negocio, yendo de poco a mucho, a tanto estremo, que el dia
que no estava los mas del en el agua, dezia che sentia tanta passion y pena,
que non pensava poder vivir: y como se hizo hombre en esta continuacion, fue
tan grande, y tanta su habilidad y fuerça en el agua, que aunque huviesse
grande tormenta en la mar, nadava y andava en ella sin temor ni peligro;
acaeciò nadar en una furia sin descansar quinientos estadios, qui seran
quinze, o diez y seys leguas de España; y andavase algunas vezes en la mar
uno, o dos dias, como pece, caminando de unas a otras por la costa de la
mar.
Y andando assi, copavan algunas Naves, y el llamava a los que yivan en ellas,
y ellos le acogian dentro, y preguntandole de sus caminos, le davan a comer,
y bever, holgava con ellos algun espacio, y luego saltava en la mar, y se
yva su camino: y de esta manera muchas vezes traìa nuevas a los de la tierra,
de los que copava en la mar.
Y en esta tal vida vivio este hombre muchos años, y muy sano e muy rezio,
hasta que en una fiesta que el Rey Alfonso de Napoles hizo en la mar en
Mecinam, puerto de mar notable en Sicilia, por experimentar el nadar de este
hombre, y de otros, que de ello se preciavan mucho, hizo echar en la mar una
copa de oro de muy grande valor, para que el que con mas presteza la
buscasse, se que dasse con ella para si; y assì pensava echar otras pieças
sacada a quella.
Y como à esto se avian juntado muchos, y el dicho Colan con ellos, el entre
otros se dexò yr à la honda del agua, muy confiado de salir con su copa en
la mano, y de su ventura, el quel avia passado, y hecho en la mar lo que
tenemos dicho, esta vez que se metio en ella, nunc mas salio ni parecio, ni
se supo màs del Creese que el se entrò en alguna concavidad de las peñas de
aquella mar que ay en el fondo, y fue tal, que non pudo salir, y murio
allì.
Esto que he dicho cuentan estos dos hombres doctos y cuerdos, y
cosiderando yo, que a este allaman pece Colan, han me hecho tener por cierto
lo que dixe, que de esta historia han salido las consejas del pece Nicolao,
que contan las viejas.
Antes de contar lo deste Colan, el mismo Alexandro en el mismo capitulo y
libro, que es libro segundo capitulo veinte y uno, dize e afirma, que el
conocio un hombre, que era marinero e de baza fuerte, que andava en la mar
por grumete, y pescador a vezes, y era tan grande nadador, que en un dia yva
y venia nadando desde una isla, que està a vista de Napoles, que se llama
Enaria, hasta otra isla llamata Prochita, que es distanzia de cincuenta
estadios, que seria mas de la legua y media.
Y que acaeciò
salir juntamente con el algunos otros hombres en un batel con buenos remos,
y no poder tener con el en su andar.
Cosas son ambas maravillosas.
Los Astrologos
dizen, que esto es por influencia de las estrellas en el nacimento de los
hombres, y que los que tuvieren el signo de Piscis por ascendiente, saran
muy grandes nadadores.
Los naturales Filosofos afirman, que el hombre que tuviere muy pegueño el
baço, serà muy ligero, y habil para nadar.
El habilidad de
se hundir, y andar debazo del agua, cosa es maravillosa lo que hazen algunos
hombres en la indias Ocidentalies, donde se facan las perlas. Dizese, que
andan debaxo en lo hondo tanto espacio de tiempo, que parece cosa impossible.
Los antiguos
llamavan estos Urinatores, y aora se llaman Buzanos.
Los
Historiadores todos escriven maravillas de un nadador Delio, tanto que se
traia por refran, Delio nadador.
Per cierto, aunque el nadar no fea virtud, ni fea obligado el hombre a lo
deprender, no es detener en poco saberlo. Y assi los antiguos Romanos, segun
escrive Vegecio en el libro primero de Re militari, a la gente de
guerra nueva, a quien llamavan Tyrones, les hazian y compelian que
aprendiessen a nadar.
Y tambien era costumbre en Roma, que los moços aprendissen y se mostrassen a
ello:
y avia cierto fuìo en la ribera del Tiber junto al campo Marcio, donde a
todos los hazian execitarse en esto: porque juzgavan el nadar por cosa
provechosa y necessaria para los casos que a la guerra se puede ofrecer a
las passadas de los rios y lagunas, y para los casos desastrados en la mar.
Pedro Mexia
1542
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