Teatro crítico universal
Discursos varios en todo género de materias,
para desengaño de errores comunes
Tomo quinto
Discurso sexto
Señales de muerte actual
§. II
5. El justo deseo de precaver tan
graves daños me indujo a dar al público las Reflexiones que he hecho sobre esta
materia, y que fijamente me persuaden que ningún hombre muere en aquel momento
que vulgarmente se juzga el último de la vida; sino algún tiempo después, más o
menos, según las diferentes disposiciones que hay para morir.
6. Pruebo esta general aserción:
Lo primero, porque las señales de que comúnmente se infiere estar muerto el
sujeto, son sumamente inciertas y falibles. Estas son la falta de respiración,
sentido, y movimiento. La falta de sentido y movimiento por sí soplas, nada
prueban; pues en la apoplejía perfecta, y en un síncope faltan uno u otro; no
obstante lo cual se conserva animado el cuerpo. La falta de respiración no se
convence con las pruebas vulgares, que son, aplicar a la boca candela encendida,
o un tenue copo de lana, o un espejo, deduciendo la falta total de respiración,
de que ni la llama de la candela ni el copo de lana se mueven, ni el espejo se
empaña. Digo, que estas pruebas son muy defectuosas; porque cuando la
respiración es muy lánguida y tarda, no mueve la llama ni el copo, como yo mismo
he experimentado deteniendo la respiración, para que saliese con mucha demora; y
la turbación que ese estado da al espejo, especialmente si el tiempo es caluroso,
o lo está la cuadra, es tan corta que se hace inobservable. Siendo, pues, cierto,
que entretanto que hay respiración, por tenue que sea dura la vida, no puede
inferirse de aquellas vulgares pruebas la carencia de ella.
7. Pero dado que aquellas pruebas
convenzan la falta total de respiración, no por eso convencen la privación de
vida. Hácese claro esto en los Buzos Orientales que trabajan en la pesca de las
perlas, los cuales suelen estar una hora y más debajo del agua, donde la
respiración les falta totalmente.
Mucho más es lo que se cuenta de aquel famoso
nadador Siciliano, a quien vulgarmente llamaban Pesce Cola, esto es Nicolao
el Pez; pues se asegura, que días enteros estaba debajo del agua,
sustentándose entretanto de peces crudos.
En muchas mujeres que padecían afectos
histéricos, se ha notado falta total de respiración (por lo menos observable)
por días enteros, como advierte Francisco Bayle en el Tomo 3 de su Filosofía.
Algunos de los animales que se entran en la máquina neumática, los cuales
después de hecha toda la evacuación del aire se representan totalmente exánimes por la falta de respiración, vuelven en sí, si algún rato después se
vuelve a introducir el aire. Todo lo cual convence, que la falta de respiración
por algún tiempo no infiere necesariamente falta de vida. Y si se habla de la
falta de respiración perceptible a nuestros sentidos, aunque dure por mucho
tiempo no es fija señal de muerte.
§. III
8. Pruebo lo segundo la conclusión: porque aunque la respiración se considere
necesaria para la conservación de la vida, mirando la naturaleza hacia todas
partes, se encuentra algún suplemento de ella; pues el feto vive sin respirar
mientras está en el claustro materno, y aun después que se extrae de él,
conserva la vida sin respiración como esté contenido en las secundinas, y
nadando en aquel licor que están dentro de ellas. ¿Quién sabe, pues, si como en
aquel estado tiene la naturaleza un quid por quo (aunque ignoramos cual
sea) que suple por la respiración para el efecto de conservar la vida, tiene
también respecto de los adultos, en tales cuales casos, por las extraordinarias
disposiciones del cuerpo, algún otro quid pro quo equivalente de la
respiración? En efecto Galeno (lib. de Loc. affect. cap. 5) en los gravísimos
afectos histéricos pone por equivalente de la respiración la gran refrigeración
del corazón; o lo que viene a ser lo mismo, enseña que el corazón muy
refrigerado no necesita de respiración, si que puede pasar con la transpiración
sola. ¿Quién podrá afirmar, ni que esta refrigeración no puede hallarse en otros
afectos que los histéricos, ni que no pueda haber otra disposición sino esta,
que excuse la respiración?
D. Fr. Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro
Nueva impresión, en la cual van puestas las adiciones del Suplemento en sus lugares
Madrid MDCCLXXVIII
Teatro critico universale
Discorsi vari su tutti i tipi di argomenti,
per non cadere in errori comuni
Quinto volume
Sesto discorso
Segni della morte attuale
§. II
[...]
7. Ma poiché tali prove convincono della totale mancanza di respiro, non per
questo convincono della privazione della vita. Lo dimostrano i sommozzatori
orientali che si dedicano alla pesca delle perle, che spesso trascorrono
un'ora e più sott'acqua, dove la respirazione è totalmente assente.
Molto di più si dice di quel famoso nuotatore siciliano, chiamato
comunemente Pesce Cola, cioè
Nicolao il Pesce; si dice infatti che rimanesse
sott'acqua per giorni e giorni, nutrendosi nel frattempo di pesce crudo.
In
molte donne che soffrono di affezioni isteriche, è stata notata una totale
mancanza di respirazione (almeno osservabile) per giorni interi, come
avverte Francis Bayle nel terzo volume della sua Filosofia.
Alcuni animali messi nella macchina pneumatica, che dopo l'evacuazione di
tutta l'aria appaiono totalmente privi di vita a causa della mancanza di
respirazione, tornano a respirare se l'aria viene reintrodotta qualche tempo dopo.
Tutto ciò ci convince che la mancanza di respirazione per un certo periodo
di tempo non implica necessariamente la mancanza di vita. E se parliamo di
una mancanza di respiro percepibile dai nostri sensi, anche se dura a lungo,
non è un segno fisso di morte.
[...]
Benito Jerónimo Feijoo
1778
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