Elegia
del marinaretto
Marinaio
a terra
- 8 -
Marinaretto
snello,
Luigi Gonzaga del mare,
com'era fresco il tuo pesce
appena pescato !
In
una notte lunata,
te ne andasti, marinaretto,
tanto grazioso e contento,
cantando, al mare salato !
Il
mare se ne stava umile.
E come lo governava !
Era così dolce il suo canto
che il vento ne smemorava.
Cinque
delfini rematori
la sua barca corteggiavano.
Due angeli marinai,
non visti, la guidavano.
Tese
le reti, che fatica !
sopra il mare gelato.
E pescò la luna piena,
sola, nella rete argentata.
Come
restò nero il mare !
E la notte desolata !
Colato a picco il suo canto,
la barca s'inabissò.
Va
galleggiando nel vento
l'ormai defunto sorriso
del suo volto. Che lamento
alza la chiusa notte !
O
bimbo mio marinaio,
moretto tanto gentile,
tanto vezzoso e splendente,
più buono e puro del pane !
Che
farai pescatore d'oro,
laggiù nelle valli salate
del mare ? Hai trovato il tesoro
che occultano i pesci ?
Lascia,
o bimbo, le saline
del fondo, e portami su
il cielo dei pesci, e al tuo amo
la mia ortolanina del mare.
Raphael Alberti
Marinaio a terra
1924
Elegia
del niño marinero
Marinerito
delgado,
Luis
Gonzaga de la mar,
¡qué
fresco era tu pescado,
acabado
de pescar!
Te
fuiste, marinerito,
en
una noche lunada,
¡tan
alegre, tan bonito,
cantando,
al la mar salada!
¡Qué
humilde estaba la mar!
¡El
cómo la gobernaba!
Tan
dulce era su cantar,
que el aire se enajenaba.
Cinco
delfines remeros
su
barca le cortejaban.
Dos
ángeles marineros,
invisibles, la guiaban.
Tendió las redes, ¡qué pena!,
por sobre la mar helada.
Y pescó la luna llena,
sola, en su red plateada.
¡Qué
negra quedó la mar!
¡La noche, qué desolada
Derribado
su cantar,
la
barca fué derribada.
Flotadora
va en el viento
la
sonrisa amortajada de su rostro.
¡Qué lamento
el
de la noche cerrada!
¡Ay
mi niño marinero,
tan
morenito y galán,
tan
guapo y tan pinturero,
más
puro y bueno que el pan!
¿Qué
harás, pescador de oro,
allá en los valles salados
del
mar?
¿Hallaste el tesoro
secreto
de los pescados?
Deja,
niño, el salinar
del
fondo, y súbeme el cielo
de los peces y, en tu anzuelo,
mi
hortelanita del mar.
Raphael Alberti
Marinero en tierra
1924
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